Comparación entre las crisis de 1929 y 2008:
caracterización y medidas internacionales.
Antecedentes de la crisis de 2008
Estados Unidos
La primera década del siglo XXI se caracterizó por un sostenido crecimiento de la economía mundial. Sin embargo Estados Unidos sufrió en los primeros años los coletazos de la crisis de las empresas tecnológicas, que sumado a los atentados del 11 de setiembre de 2001 generaron una breve desaceleración del crecimiento. La caída en los niveles de actividad condujo a niveles de desempleo superiores al 6% en los años posteriores. Para reactivar la economía el gobierno decide disminuir el tipo de interés de los créditos, del 6% al 1% en 2004.
Impulsada por la reactivación del crédito interno, el cual era de fácil acceso debido a las bajas tasas de interés. la economía norteamericana retomó la senda de crecimiento. En este momento comienzan a gestarse los elementos que explicarán la crisis actual.
Las bajas tasas de interés generaron un ambiente propicio para que los bancos se embarcaran en la búsqueda de negocios más rentables. Como consecuencia de esto, si los bancos deseaban obtener mayores retornos, debían asumir mayores riesgos, incursionando en inversiones no tradicionales hasta el momento. Si bien el mercado hipotecario siempre tuvo gran relevancia en el sistema financiero norteamericano, el mismo se basaba en préstamos que eran dirigidos principalmente a deudores con gran capacidad de pago. Sin embargo, ante el nuevo contexto, las instituciones financieras comenzaron a apuntar hacia el sector subprime, sector donde se agrupaban aquellos deudores con escasa capacidad de repago y por lo tanto con mayor riesgo.
Otro de los elementos que contribuyó a la explicación de la crisis actual fue la práctica de la securitización. La misma consistía en agrupar distintos activos en un mismo instrumento financiero para su comercialización. Éstos eran segmentados y categorizados por las agencias calificadoras de riesgo según la probabilidad de repago de cada uno. Sin embargo, este mecanismo generaba que los securities creados incluyeran tanto activos seguros como otros de baja calidad. Esta práctica tenía el objetivo de trasladar el riesgo de los préstamos hacia otros agentes, ya que las instituciones financieras no estaban interesadas en asumir el riesgo de no pago, inherente a este tipo de préstamos. Por lo tanto, la securitización aparecía como la solución a dicho problema, ya que no solamente trasladaba el riesgo sino que le brindaba fondos frescos por medio de la venta de estos securities. Dicha práctica tenía implícito un problema de riesgo moral ya que como las instituciones financieras trasladaban el riesgo a terceros, tenían el incentivo de otorgar la mayor cantidad de préstamos posible, sin importar el perfil del deudor.
Una de las consecuencias más notables de esta práctica crediticia fue el boom que comenzó a vivir el sector inmobiliario en los Estados Unidos. Efectivamente entre el primer trimestre de 2002 y el primer trimestre de 2006 los precios de los inmuebles crecieron un 60%.
Por su parte el gobierno, a mediados del año 2004, decide realizar un viraje en su estrategia. Al observar que la economía mostraba signos de recuperación, y ante el miedo de un rebrote inflacionario, la Reserva Federal decide aplicar una política monetaria más restrictiva mediante aumentos escalonados del tipo de interés de los créditos. De esta forma la tasa pasa del 1% al 5,25% a mediados del año 2006.
Europa
Desde la puesta en circulación del Euro como moneda única del bloque, Europa vivió un período de crecimiento desde el año 2000 hasta el 2008. A diferencia de los Estados Unidos, la Unión Europea no sufrió tanto las consecuencias del desaceleramiento del crecimiento en el año 2001, debido principalmente a que la crisis de las empresas tecnológicas fue un acontecimiento mayoritariamente norteamericano.
En estos años, el Banco Central Europeo (BCE) se caracterizó por llevar adelante una política monetaria más conservadora en comparación con la Reserva Federal (FED), manteniendo la tasa de referencia en niveles cercanos al 2% durante el trienio 2003-2005.
Esta política de tasas bajas favoreció, en el caso de España, el surgimiento de una burbuja en el mercado inmobiliario cuyos precios aumentaron, entre el año 2002 y 2006 en un 62%. A partir del año 2006 el BCE comenzó una política tendiente a aumentar gradualmente la tasa de interés, como forma de respuesta a la política similar llevada a cabo por la FED desde hacía dos años. Sin embargo los aumentos de la tasa de referencia europea fueron menos drásticos que los de la FED, en concordancia con la política más mesurada que caracteriza al BCE.
Desarrollo de la crisis de 2008
La decisión de la FED de incrementar las tasas de interés acarreó consecuencias sobre el mercado financiero estadounidense. Debido a que las personas, motivadas por las tasas bajas, habían contraído obligaciones a tasas variables, el aumento de las tasas de referencia implicó un significativo aumento en los intereses que debían pagarse. Considerando que muchas de las personas a las que se les había otorgado este tipo de créditos tenían una capacidad de repago muy limitada, la nueva situación significó un aumento importante de la morosidad. Esta disminución del pago de los préstamos, principalmente hipotecarios, llevó a que aquellos securities que tenían como colateral el flujo de fondos generado por dichas hipotecas perdieran su valor. Quedó demostrado entonces que éstos activos, que en algunos casos debido a la securitización eran clasificados como AAA, poseían un riesgo implícito mucho mayor al estipulado.
Por su parte los bancos que habían comprado estos activos riesgosos, guiados por los atractivos retornos que éstos ofrecían, se encontraban ahora con que estos papeles habían perdido gran parte de su valor, lo que les generó importantes pérdidas patrimoniales. Los bancos se enfrentaron a la problemática
de que en poco tiempo su activo se desvalorizó de forma considerable, poniendo en riesgo la propia solvencia de las instituciones.
A su vez, las personas que habían adquirido estos activos se enfrentaron a una situación en la que los mismos perdieron gran parte de su valor. Como consecuencia de esta situación se generó una importante oferta vendedora de estos activos, ya que los inversionistas intentaron masivamente desprenderse de estas posiciones.
En este contexto comienza a generarse una sensación de desconfianza en el sistema financiero, tanto por parte de los bancos como por parte del público. Esta situación generó problemas en algunos bancos minoristas, tanto de Estados Unidos como de Inglaterra, algunos de los cuales debieron ser intervenidos por los respectivos gobiernos mediante programas de ayuda financiera.
Todo ello significaba un cambio sustancial en las perspectivas del mercado con respecto a la confianza y a la liquidez.
Primeras medidas para enfrentar la crisis
Ante los primeros indicios que hacían vislumbrar una posible crisis futura, el principal problema consistía en realizar un correcto diagnóstico de la situación. La sucesión de hechos daban lugar a dos posibles interpretaciones; se estaba ante una crisis de liquidez ó ante un problema de solvencia. Evidentemente la primera de estas explicaciones significaba que la crisis podía ser superada proporcionando la liquidez necesaria para garantizar el normal funcionamiento de los bancos. La segunda interpretación traía aparejada implicancias mucho más profundas, debido a que en este caso el problema radicaba en la calidad y transparencia del funcionamiento de las instituciones financieras. En esta primera instancia las autoridades se inclinaron por la primera interpretación, asumiendo que el sistema financiero se enfrentaba a una crisis de liquidez.
Como primera medida se dispuso una baja en la tasa de interés, que si bien se realizó de forma escalonada, resultó mucho más abrupta que el aumento en el período anterior.
La Reserva Federal empezó a disminuir la tasa de referencia a partir de agosto de 2007 se embarca en una política abiertamente expansiva de la oferta monetaria, que conducirá a que los valores de referencia pasen del 5,25% al 2% en un período de tan solo 9 meses. Por su parte el Banco Central Europeo, dentro de una política más conservadora, demoró en unos meses la decisión de reducir las tasas, hecho que finalmente se concretó en setiembre de 2008.
Por último, en febrero de 2008 el Congreso de los Estados Unidos aprobó la Ley de estímulo económico, cuyo principal objetivo consistía en reactivar el consumo. Para lograr dicho cometido se destinaron 100 mil millones de dólares a través de la devolución de impuestos a las familias.
Profundización de la crisis
Debido al diagnóstico erróneo de la situación, las medidas que se tomaron no atacaron el verdadero problema de fondo. Más allá de que los Bancos Centrales inyectaron la liquidez que creían necesaria y algunos gobiernos fomentaron planes de estímulo económico, el panorama financiero se siguió deteriorando y agravando en los meses siguientes. En 2008 ocurren dos hechos que marcarán el inicio del período más crítico de la crisis. En ese mismo día Bank of America adquiere a Merrill Lynch, considerado hasta ese momento una de las principales entidades del mercado financiero, a la vez que se produce la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto banco más importante de Estados Unidos.
A partir de este momento podemos observar que lo que en un principio era una crisis meramente financiera, rápidamente se expandió al resto de la economía. La consecuencia inmediata del descalabro de los mercados financieros fue la interrupción drástica del crédito, tanto para las empresas como para las familias.
Efectivamente, con un mercado financiero en problemas los bancos cortan el financiamiento al público, quienes al verse impedidos de acceder a estos fondos se ven obligados a contraer el consumo. Este mismo razonamiento aplica para el sector empresarial, donde la variable de ajuste es la inversión.
Como era de esperarse, la consecuencia directa de una caída de la inversión y el consumo fue una desaceleración de la actividad económica. La misma se hizo evidente a partir del tercer trimestre del 2008, cuando el PIB per cápita norteamericano, medido en términos reales, cayó un 0,92% comparado con el trimestre anterior. Desde esa fecha hasta la actualidad, este indicador ha venido mostrando crecimiento negativo.
Por su parte la tasa de desempleo, en concordancia con un contexto recesivo, también comenzó a incrementarse desde principios de 2008, alcanzando un máximo de 9,5% en junio de 2009.
Medidas ante la profundización de la crisis
Ante el deterioro de la coyuntura económica y los problemas financieros que se suscitaron posteriormente, los Bancos Centrales y los gobiernos debieron incrementar las medidas tendientes a afrontar el peor momento de la crisis. En un hecho histórico, la Reserva Federal decidió colocar la tasa de referencia en un rango de 0 – 0,25%. Esta medida prácticamente garantizaba el acceso a los fondos que fueran necesarios a todas las instituciones financieras. Esta política fue seguida por los principales Bancos Centrales del mundo quienes también se embarcaron en procesos de reducción de sus tasas de interés.
A su vez, en un hecho sin precedentes, la FED aceptó adquirir parte de los activos considerados “tóxicos” como forma de brindar recursos al sistema bancario.
El gobierno de los Estados Unidos debió intervenir brindando ayuda financiera a algunas de las instituciones más importantes de Norteamérica.
El Congreso norteamericano, luego de una ardua negociación, aprobó en octubre de 2008 un plan de ayuda financiera por 250 mil millones de dólares. El mismo buscaba, por un lado, garantizar las obligaciones de todas las instituciones financieras de forma de disminuir la desconfianza de los mercados. Por otra parte, se intentaba reestablecer las líneas de crédito en la economía de forma de recuperar el financiamiento tanto a las familias como a las empresas.
Por último, en febrero de 2009, el gobierno anunció el Plan de estabilidad financiera. Mediante el mismo se buscaba incrementar la transparencia y el fortalecimiento de las instituciones financieras. Para ello se estableció una regulación mucho más firme sobre los bancos y sus operaciones. Este plan, a diferencia de los anteriores, buscaba atacar el problema de fondo, evitando que la falta de transparencia de los instrumentos financieros y de los balances bancarios se transformaran en problemas de solvencia.
Los gobiernos europeos debieron recurrir también a medidas tendientes a salvar sus sistemas financieros.
Análisis comparativo de ambas crisis
Para el mundo
Si bien actualmente la crisis internacional está en pleno desarrollo, a nivel mundial ya se observan ciertas consecuencias que la misma ha generado en la economía global. Sin embargo, considerando que los hechos se desarrollan todavía en la actualidad, es muy pronto aún para estimar la verdadera magnitud y alcance de esta crisis. Es difícil juzgar si la misma será tan significativa, desde el punto de vista histórico y económico, como lo fue la depresión de 1929.
A pesar de todo esto es conveniente realizar ciertas comparaciones entre ambos procesos de forma de poder arribar a conclusiones valederas y analizar si lo ocurrido a principios del siglo XX sirvió como lección para los tiempos actuales.
Sería conveniente, antes de iniciar un análisis más preciso, evaluar los diferentes contextos en los que se desarrollaron ambas crisis. Evidentemente la realidad de 1930 dista de lo que es la situación a comienzos del siglo XXI. Los hechos que se sucedieron a partir de 1929 se desarrollaron en un mundo mucho menos integrado que el actual, donde existía un grupo de países que practicaban un sistema económico distinto al del capitalismo, y que les permitió permanecer ajenos a la realidad del mundo occidental. Actualmente, con una economía mucho más globalizada y donde el capitalismo es el sistema dominante, la crisis se manifestó de una u otra forma en todos los países.
Si bien ambas crisis poseen un génesis similar, basado en la especulación y el escaso control sobre el sistema financiero como detonantes, los canales de propagación en ambos casos fueron distintos. La crisis a principios de los años 30 fue magnificada, en gran parte, debido a una masiva contracción de la liquidez. En contraposición a lo anterior, la profundización de la crisis actual se debió principalmente a los problemas de solvencia generados por una compleja ingeniería financiera. En muchas ocasiones la misma escapaba de la regulación, y el tenedor de los securities no siempre era conciente de la calidad de los activos que poseía.
Otro aspecto a destacar es la consecuencia que ambos procesos tuvieron sobre el comercio internacional. Uno de los resultados de la crisis de los años 30 fue la destrucción casi total de los flujos comerciales entre países, con el resurgimiento de un proteccionismo fuerte y agresivo. Actualmente se aprecia un esfuerzo, aunque aún insuficiente, por parte de los países de intentar evitar que la crisis desemboque en el resurgimiento de prácticas proteccionistas como las que se vivieron en el siglo pasado.
Tal vez, una de las grandes conclusiones que podemos extraer es que en vista de las acciones llevadas a cabo por los distintos gobiernos en los últimos dos años, parecería que el mundo aprendió de los errores cometidos durante la crisis de 1929. Efectivamente, los paquetes de estímulo fiscal, así como también la voluntad manifiesta de las autoridades monetarias de brindar la liquidez que fuera necesaria, parecen revalidar los aportes de la teoría keynesiana.
Por último, cabe destacar que en vista de los acontecimientos que se han desarrollado en los últimos dos años y a diferencia de lo ocurrido luego de la década del ‘30, la salida de la crisis actual no implicará un cambio en el paradigma económico. Si bien probablemente el mundo posterior a la crisis se desarrolle en base a una mayor regulación y control del Estado sobre los mercados financieros, el mismo no resultará en un cambio tan abrupto de las estructuras e instituciones económicas, como si ocurrió en los años ’30.
Alternativas de política económica
Para el mundo
En este apartado intentaremos abordar las políticas y medidas que, a nuestro entender, faltarían desarrollar como forma de asegurar una rápida recuperación de la economía a nivel mundial. Por encima de estos planteos, queremos destacar que consideramos que muchas de las medidas adoptadas, tanto a nivel monetario como fiscal, fueron adecuadas teniendo en cuenta el contexto excepcional en el que debieron ser aplicadas. Mas allá de las consideraciones que puedan existir sobre cuál fue el problema de fondo, a nuestro entender, las circunstancias hacían necesario una masiva inyección de liquidez y estímulos fiscales tendientes a reactivar la economía. Si bien estas medidas atacaban solo algunas consecuencias de la crisis y no la problemática central, las mismas fueron indispensables para evitar una mayor profundización de la misma.
Tal vez una de las mayores lecciones que nos dejó la Gran Depresión fue que la destrucción del comercio genera un importante daño a la economía mundial, ya que se debilita a uno de los principales generadores de riqueza. Por lo tanto, consideramos que los países deben preocuparse por evitar caer nuevamente en medidas proteccionistas que afecten el desarrollo del comercio internacional. Dicha preocupación es de vital importancia para los países emergentes, que han visto en el comercio uno de los principales motores de su desarrollo en los últimos tiempos. En este sentido consideramos que resulta oportuno fomentar y apoyar todas las instancias de cooperación internacional que tengan como objetivo la profundización del comercio, como por ejemplo la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Otro aspecto en el que nos conviene detenernos es el relacionado con las instituciones creadas luego del 29. Sorprende que instituciones que se supone fueron creadas para tener un rol protagonista en momentos de crisis, hayan tenido tan poca incidencia en los últimos acontecimientos. Tanto el FMI como el BM actualmente no están teniendo el protagonismo que deberían. Desde nuestro punto de vista, consideramos que una lección que nos debería dejar esta crisis es que probablemente el FMI deba cambiar su rol de prestamista de última instancia al de contralor de un sistema financiero internacional, cada vez más globalizado. Asimismo, creemos conveniente que ha llegado el momento de darle mayor protagonismo a los países emergentes en la toma de decisiones del organismo, y terminar con el monopolio casi exclusivo que hasta ahora poseen Estados Unidos y Europa occidental.
Por último es imprescindible adoptar medidas tendientes a enfrentar los problemas centrales que generaron esta crisis. De esta forma, se debería avanzar en regulaciones que aumenten la transparencia de los sistemas financieros, y disminuyan la posibilidad del surgimiento de problemas de riesgo moral asociados a las falencias de la ingeniería financiera. Para ello, los Bancos Centrales deberán tomar las medidas pertinentes que les permitan realizar un correcto control de la dinámica de sus sistemas bancarios.
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Hola Geles, la parte de la crisis del 2008 de la Misión 3 (GRUPO 1) ya esta corregida con tu información. ¿Podrías revisarlo cuando puedas por favor? Gracias.
ResponderEliminarOk Verónica
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